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La balanza de pagos es un registro de todas las transacciones monetarias producidas entre un país y el resto del mundo en un determinado periodo.[1] Estas transacciones pueden incluir pagos por las exportaciones e importaciones del país de bienes, servicios, capital financiero y transferencias financieras. La balanza de pagos contabiliza de manera resumida las transacciones internacionales para un período específico, normalmente un año, y se prepara en una sola divisa, típicamente la divisa doméstica del país concernido. Las fuentes de fondos para un país, como las exportaciones o los ingresos por préstamos e inversiones, se registran en datos positivos. La utilización de fondos, como las importaciones o la inversión en países extranjeros, se registran como datos negativos.
Cuando todos los componentes de la balanza de pagos se incluyen, el total debe sumar cero, sin posibilidad de que exista un superávit o déficit. Por ejemplo, si un país está importando más de lo que exporta, su balanza comercial (exportaciones menos importaciones) estará en déficit, pero la falta de fondos en esta cuenta será contrarrestada por otras vías, como los fondos obtenidos a través de la inversión extranjera, la disminución de las reservas del banco central o la obtención de préstamos de otros países.
Si bien la cuenta de la balanza de pagos general siempre tiene que estar en equilibrio cuando todos los tipos de pagos son incluidos, es posible que existan desequilibrios en las cuentas individuales que forman la balanza de pagos, como la cuenta corriente, la cuenta de capital o la financiera excluyendo la cuenta de la variación de reservas del banco central, o la suma de las tres. Un desequilibrio en la última suma puede resultar en un país superavitario que acumule riqueza, mientras que una nación deficitaria puede devenir progresivamente endeudada. El término "balance de pagos" a menudo se refiere a esta suma: se dice que existe superávit de la balanza de pagos (equivalentemente, la balanza de pagos es positiva) por un determinado importe si las fuentes de fondos (como las exportaciones de bienes y bonos vendidos) exceden el uso de esos fondos (como el pago por bienes importados y el pago por la compra de bonos extranjeros) por ese importe. Se dice que hay un déficit de la balanza de pagos (la balanza de pagos es negativa) si ocurre el fenómeno inverso.
En un sistema de tipo de cambio fijo, el banco central acomoda esos flujos mediante la compra de cualquier flujo de fondos que entra en el país o a través de la provisión de fondos en divisa extranjera en los mercados de divisas, de modo que haga coincidir cualquier salida de capitales al exterior, previniendo así que los flujos de fondos puedan afectar al tipo de cambio entre la divisa del país y otras divisas. Así, el cambio neto anual en las reservas de divisas extranjeras del banco central se denomina en ocasiones superávit o déficit de balanza de pagos. Existen alternativas a los sistemas de tipo de cambio fijo, como un régimen de gestión flotante donde se permiten ciertos cambios en los tipos de cambio, o en el otro extremo un sistema de cambio flotante puro (también conocido como tipo de cambio puramente flexible). Con un sistema de cambio flotante puro, el banco central no tiene necesidad de intervenir para proteger o devaluar su divisa, permitiendo que su tipo sea fijado por el mercado, y las reservas de divisas del banco central no se alteran.
Históricamente, han existido diferentes enfoques para la cuestión de cómo o incluso si sería necesario eliminar los desequilibrios de cuenta corriente.